Una nueva locura de la que espero disfrutéis.
EL ÚLTIMO TREN
La BlackBerry vibraba de nuevo en el interior de su bolsillo
y no pudo evitar exhalar un suspiro mezcla de cansancio y resignación. Estaba
claro, tenía un nuevo apéndice que le iba a costar amputar. Echó una ojeada a
la pantalla: Antonio, su jefe. Decidió no responder. No se trataba de nueva e
irreconocible rebeldía sino que había llegado el momento de subir al tren,
buscar su asiento y acomodar el equipaje. «Luego
le llamo» pensó, y billete en mano se encaminó al vagón.
Tomó asiento y mientras buscaba la llamada perdida para
devolverla, la anciana que de pronto estaba sentada a su lado le dejó claro que
ansiaba entablar conversación. «¡Oh Dios!
¿Por qué yo?» pensó a la par que la miraba con la más agradable de su
repertorio de falsas sonrisas.
─Perdone,
¿me decía algo? ─le preguntó educadamente.
─Sí,
hijo, te preguntaba si estabas de regreso a casa ─respondió la anciana
─Sí,
sí, vuelvo a casa ─dijo mientras repasaba en su cabeza todo lo que debía hacer cuando
llegara: «El traje a la tintorería… llamar
al Sr. Domínguez para que me confirme la fecha de la próxima reunión… pasar por
la oficina a recoger el informe de Industrias Artenorte… ¡y quedarme! porque
seguro que Ramírez ha accedido a vernos… ¿Debería cambiarme de camisa?».
─¿Estas
casado? ─continuó preguntando la anciana interrumpiendo su retahíla.
─Sí,
sí, estoy casado ─«Qué mala es la
soledad, ¿qué le importará mi estado civil?» pensó.
─Oh,
¡es estupendo! Entonces tienes a alguien que te espera en casa y eso es todo un
regalo ─exclamó la anciana.
─Sí,
sí, tengo mucha suerte ─«¿Avisé a Silvia
de que no podré pasar por casa hasta la noche?» dudó. Si el jefe le había
llamado seguro que era para decirle que Ramírez había confirmado que podría
pasarse por la oficina al final de la tarde, algo con lo que ya había contado
de antemano. Ramírez sabía lo que le convenía a su negocio. «Tengo que devolver la llamada a Antonio
¡ya!» recordó, y de nuevo centró toda su atención en su pequeño e
indispensable dispositivo. ¿Cómo? ¡Tenía 4 e-mails nuevos! Y un mensaje de
texto de Silvia: “Qndo llegas? Llámame” «Joder,
no la he avisado».
─¿Hijos?
─intervino de nuevo la anciana.
─¿Cómo?
─preguntó desconcertado al darse cuenta de que esa mujer no se daba por
vencida.
─Que
si tienes hijos ─parafraseó inquisidora.
─Sí,
tengo un hijo.
─Oh,
¡es maravilloso! Los hijos nos dan tantas alegrías, y también preocupaciones
pero… merece la pena disfrutarlos. ¿Qué edad tiene? ─continuó.
«¿Cuántos años tiene?
¿Va a hacer 5 ó 6?» intentó contar mentalmente el número de velitas que
aparecían en la fotografía de su último cumpleaños. No era capaz de visualizarla,
¿cómo podía no recordar la edad de su hijo? La mujer intuyó sus dudas y le
espetó:
─Bueno,
a veces la vida es una vorágine en la que las cosas más importantes se pierden
entre lo más banal, querido.
«¡¿Lo más banal?!
¿Acaso está insinuando que mi vida está llena de banalidades? ¡Lo que me
faltaba por oír!»
─Tengo
muchísimo trabajo, viajo constantemente, mi mujer se ocupa de los cumpleaños y
todas esas cosas. A veces simplemente me despisto ─se justificó lleno de un
dolor desconocido.
─Pues
eso hijo, las cosas importantes de esta vida se nos pierden entre lo más banal.
─El
trabajo no es algo banal ─respondió él irritado.
Sí, estaba enfadado pero no tanto con la anciana como con él
mismo, ¿cómo podía no acordarse de la edad de Miguel? ¿Cómo podía no haber
avisado a Silvia? ¿Qué día habló con ella por última vez? Llevaba varios días
fuera y no tenía noticias de casa, sólo mensajes y llamadas perdidas de su
esposa que se perdían entre las de tanta gente ajena como llenaba su agenda.
─Lo
siento hijo, tal vez me he excedido en mi apreciación. Efectivamente es
fundamental ser trabajador en este mundo donde el dinero es el más valioso de
los metales ─respondió la mujer con expresión apenada y continuó ─pero la
sonrisa de nuestros hijos… los besos de nuestra pareja… las caricias de
nuestros padres… los abrazos de nuestros amigos… son… ─suspiró y tras una pausa
añadió ─Ahora que a mi edad mis hijos se han ido a trabajar lejos, que mis
padres me velan desde el cielo, y que he sobrevivido a mi marido y amigos… Ahora
es cuando lo importante y lo banal cobra un significado muy diferente al tuyo.
Es tarde para mí pero puede ser el momento para ti
La vibración de la BlackBerry en la palma de su mano le
sobresaltó, se había quedado prendado de la profunda y húmeda mirada de la
mujer. Desconcertado miró la pantalla: el jefe. Descolgó y dijo:
─Mañana
hablamos Antonio
─¿Cómo
que mañana…? ─escuchó a lo lejos mientras apretaba el botoncito rojo.
Levantó la vista del cachivache diabólico y cuando se
disponía a continuar la conversación con… «Increíble,
¡ni siquiera le he preguntado el nombre!» se encontró con un asiento vació.
«¿Dónde se habrá metido?¡Si ha sido un
segundo!». Se levantó y la buscó con la mirada, inquieto. Entonces la chica
que estaba sentada al otro lado del pasillo le preguntó:
─¿Está
usted bien? ¿Busca a alguien?
─¿Ha
visto a dónde ha ido la anciana que estaba sentada a mi lado?
─¿Perdón?
─Sí,
una mujer pequeñita con el pelo y el vestido blancos ─insistió gesticulando
para apoyar su descripción.
─Disculpe
Señor pero ha viajado solo. Nadie ha ocupado ese asiento
Bien escrito, bien hilado.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso
Muchas gracias Anna!
ResponderEliminarUn besin
Hola Anuca pasaba para avisarte que tenes un premio en mi blog, besis!
ResponderEliminarMuchíiiiiisimas gracias pro acordarte de mí Isabella!! Es un gustazo!
ResponderEliminarMuuuuuuuaksss
Hola Soy Lourdes socia de El club de las escritoras.¡Muy bonito! Me gusta como escribes, estaré por aquí. Cariños, Lou.
ResponderEliminar¡¡Bienvenida Lourdes!! Muchísimas gracias por tus palabras y por quedarte en mi rincón.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHol! Te sigo desde el Club de las Escritoras. Espero leerte seguido. Besos!
ResponderEliminar¡¡¡BIENVENIDA BARB!!! Estás en tu casa
EliminarAyyyy, qué bonito, me ha encantado y me ha hecho reflexionar mucho. ¡Gracias por publicar ese tipo de cosas!
ResponderEliminarY gracias por seguirme, yo hago más de lo mismo.
Muchas gracias a ti Mae, por visitarme y por leerme. ¡Eres bienvenida!
EliminarUn abrazo